Stephanie Valencia es la cofundadora de EquisLabs. Joaquín Castro, demócrata, representa a Texas en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y es presidente de la Camarilla Hispana del Congreso. Ana Maria Archila es codirectora ejecutiva del Centro para la Democracia Popular. Cristina Jiménez es la directora ejecutiva de United We Dream. Luis Miranda fue ayudante del presidente Barack Obama. Luis Miranda Jr. es presidente de la junta directiva del Latino Victory Fund y presidente fundador de la Federación Hispana. Ellos distribuyeron esta carta, firmada también por otros 33 líderes latinos que aparecen en la parte inferior de este artículo.
La masacre del pasado fin de semana en El Paso, Texas, fue un ataque a una ciudad estadounidense que muchos de nosotros llamamos hogar. Es también una ciudad que por años ha sido una de las más seguras del país, y en donde el sábado por la mañana hubo casi tantos asesinatos como en todo el año pasado. Tiene una población más de 80 por ciento latina, incluyendo muchos inmigrantes. Por todo esto, hay que llamar a este atroz acto de violencia por lo que es: un crimen de odio, deliberado y cuidadosamente calculado, dirigido a la comunidad hispana e inmigrante. Es un acto de terrorismo doméstico.
Muchos no querrán escuchar o creer esto, pero los hispanos en este país estamos bajo ataque. Las personas negras y morenas en este país estamos bajo ataque. Los inmigrantes en este país estamos bajo ataque. Y el presidente Trump está avivando las llamas del odio, la división y la intolerancia dirigida a todos nosotros, inmigrantes y ciudadanos estadounidenses por igual. Aunque el ataque ha sido generalizado hacia muchas personas en este país durante años, se está convirtiendo en una epidemia que está infectando rápidamente a más comunidades y representa una amenaza real. El presidente también da protección a los nacionalistas blancos, y respalda explícitamente el discurso de odio y tácitamente la violencia.
Nosotros, junto con docenas de líderes latinos, exigimos a ambos partidos políticos su liderazgo, los llamamos a apoyar a todas las personas en nuestro país y reconocer con orgullo que nuestra diversidad ha sido también nuestra mayor fortaleza. Nuestros líderes deben tener el coraje de oponerse a este odio, no solo con palabras, sino también con acciones que protejan a sus compatriotas.
No podemos justificar el comportamiento despreciable del tirador del sábado, o pasar por alto las acciones de otros que han cometido atrocidades similares, como una enfermedad o un problema de salud mental. Esto es, simple y llanamente, odio y nacionalismo blanco, alimentado por una retórica irresponsable. Decir sin descaro que este país no debería permitir la entrada de musulmanes, advertir a la población sobre invasiones de hispanos e inmigrantes (como señala el manifiesto del sospechoso), alentar cánticos de “envíenlos de regreso” y decir que los neonazis y supremacistas blancos son “gente muy buena”, son todos ejemplos de retórica que inspira odio y violencia. Hemos visto las consecuencias en las historias de estas víctimas, las familias que las lloran, y en las lágrimas de quienes cuidan a los heridos.
El problema es una combinación tóxica de armas y odio. Parte importante de la solución es mantener las armas fuera del alcance de aquellos que podrían perpetrar violencia. Además, el Senado debe actuar de inmediato para aprobar la Ley Bipartidista de Verificación de Antecedentes de 2019, actualizar nuestras leyes e insistir en regulaciones que respondan a los desafíos de los Estados Unidos del Siglo XXI. Aún así, es igual de importante abordar la raíz del problema y detener la división, polarización y propagación de la retórica deshumanizante que inspira estos actos de odio. Washington también debe actuar, y el Congreso debe hacer responsable al Gobierno federal para garantizar que los grupos que promueven el odio y las peligrosas teorías de conspiración sean nombrados como terroristas domésticos. Eso incluye al Ku Klux Klan, neonazis, skinheads racistas y otros supremacistas y separatistas blancos.
El extremismo doméstico violento, perpetuado por los nacionalistas blancos, afecta a los estadounidenses de todos los orígenes. El sábado fue una comunidad latina; no hace mucho fue una congregación judía que oraba en una sinagoga en Pittsburgh; musulmanes en una mezquita en California; afroamericanos en un programa de estudios bíblicos en Charleston, Carolina del Sur. Nuestra epidemia de violencia armada está alimentando aún más los crímenes de odio. Desde la masacre de Sandy Hook en 2012, en la que 20 niños que iban a la escuela primaria en Newtown, Connecticut, fueron asesinados, ha habido 2,193 tiroteos masivos, lo que ha resultado en 2,478 muertes y más de 9,000 heridos. También, trágicamente, en Dayton, Ohio, solo horas después de El Paso. Todos estamos conectados y debemos manifestarnos al respecto.
El gobierno también debería anunciar la suspensión de deportaciones en las áreas afectadas por esta violencia, para que las víctimas puedan buscar atención médica y el apoyo necesario para recuperarse, independientemente de su estatus migratorio.
Estamos defendiendo el alma de este país y hay mucho que sanar. Pero estamos en una encrucijada crítica: ¿Vamos a seguir tolerando los asesinatos de nuestros conciudadanos y seres humanos debido a su religión, nacionalidad o color de piel? ¿Vamos a permitir estas divisiones y separaciones? Creemos que podemos hacer mejor las cosas. Sabemos que podemos hacer mejor las cosas.
- Liz Alarcón, fundadora y directora de Pulso
- Katherine Archuleta, directora de la Oficina de Administración de Personal de 2013 a 2015
- Ana Marie Argilagos, presidenta de Hispanics in Philanthropy
- Geoconda Argüello-Kline, secretaria-tesorera del Sindicato de Trabajadores Culinarios
- Sarah Audelo, directora ejecutiva de la Alianza para la Acción Juvenil
- Luis Avila, fundador de Iconico Campaigns
- Matt Barreto, cofundador de Latino Decisions
- Sindy Benavides, directora ejecutiva de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos
- José Calderón, presidente de la Federación Hispana
- Yvanna Cancela, Miembro demócrata del Senado del estado de Nevada
- Marco Davis, presidente del Instituto de la Camarilla Hispana del Congreso
- Sonja Diaz, directora ejecutiva y fundadora de UCLA Latino Policy & Politics Initiative
- Edgar Flores, Miembro demócrata de la asamblea del estado de Nevada
- Lucy Flores, directora y cofundadora de Luz Collective
- Marisa Franco, directora y cofundadora de Mijente
- Jose P. Garza, director ejecutivo del Workers Defense Project
- Tory Gavito, presidenta y cofundadora de Way to Win
- Dusti Gurule, directora ejecutiva de la Organización de Colorado para la Oportunidad Latina y los Derechos Reproductivos
- María Teresa Kumar, presidenta y directora de Voto Latino
- Grecia Lima, directora política de Community Change Action
- Alfonso Lopez, miembro demócrata de la Cámara de Delegados de Virginia
- Marco A. Lopez Jr., ex alcalde de Nogales, Arizona
- Carmen Lomellin, ex embajadora estadounidense para la Organización de los Estados Americanos
- Mark Magaña, presidente fundador y director de GreenLatinos
- Robert Raben, presidente y fundador del Raben Group
- Rocio Sáenz, vicepresidenta ejecutiva de la Unión Internacional de Empleados de Servicio
- Angelica Salas, directora ejecutiva de la Coalición de Los Ángeles por los Derechos Humanos de los Inmigrantes
- Ken Salazar, secretario del interior de los Estados Unidos del 2009 al 2013, ex senador demócrata de los Estados Unidos por el estado de Colorado y ex fiscal general del estado de Colorado
- Hector Sanchez, director ejecutivo del Consejo Laboral Para el Progreso Latino.
- Javier Valdés, codirector ejecutivo de Make the Road New York
- Arturo Vargas, director ejecutivo del Fondo de Educación de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Elegidos y Nombrados
- Marcos Vilar, director ejecutivo de Alianza for Progress
- Eric Waldo, director ejecutivo de Reach Higher
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