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Muchos están ingresando a escondidas desde Colombia, entrando al país a través de cruces ilegales (conocidos como “trochas”), sin someterse a las pruebas para el nuevo coronavirus. Maduro afirma que estas personas están alimentando un incremento peligroso de casos en esta nación excepcionalmente vulnerable.
“Están matando a sus familiares. Usted que se pasó por una trocha puede matar a su familia”, dijo Maduro en un discurso televisado la semana pasada. “El virus colombiano se metió en todos lados y está matando gente inocente, gente humilde, gente buena”.
La oposición de Venezuela, apoyada por Estados Unidos, afirma que el gobierno de Maduro está empeorando la situación al encerrar a los recién llegados en centros de cuarentena mal equipados, donde, según voceros de la oposición, el virus se está propagando.
Ambos bandos están de acuerdo en un punto. Este país sudamericano, cuyo estropeado sistema de salud se encuentra, según los expertos, entre los menos preparados del mundo para lidiar con la pandemia, está teniendo un tardío pero largamente temido brote de coronavirus, con un incremento dramático de casos y hospitales desbordados.
Más de cinco millones de personas han huido del hambre, pobreza y represión gubernamental de Venezuela en los últimos años, y la mayoría se ha asentado en otros países de América Latina, donde los más pobres han forjado vidas precarias como trabajadores domésticos, obreros y vendedores callejeros.
Pero a medida que el coronavirus ha azotado la región y todos los países, desde México hasta Argentina, han establecido cuarentenas, muchos de estos refugiados, sin empleos y pasando hambre en las calles de Quito, Lima y Bogotá, están regresando a su país. En semanas recientes, una oleada de 60,000 personas retornando al país ha causado congestiones en los puntos de control de la frontera colombiana. Algunos han decidido utilizar las trochas ilegales que existen por toda la frontera sin ley entre Colombia y Venezuela.
Las personas que retornan son recibidos en Venezuela por los soldados de Maduro y cuarentenas obligatorias en los estados fronterizos de Zulia, Táchira y Apure. La región está teniendo, de lejos, el incremento más alarmante de casos. Estas personas están siendo retenidas sin cubrebocas o medidas de distanciamiento social.
Mayra Jiménez, manicurista de 37 años, perdió su trabajo en Colombia cuando el país entró en cuarentena. En la frontera le aplicaron dos pruebas rápidas, una los colombianos, otra los venezolanos. Ambas, afirmó, dieron negativas.
Sin embargo, cinco días después de haber regresado, dio positivo. La enviaron durante 35 días a un hospital público en el estado Apure. El hospital no tenía una máquina de rayos X que funcionara, por lo que terminó siendo transferida al hospital más cercano con una, a siete horas de distancia.
“Recuerdo haberle pedido a Dios que cuidara a mi familia”, afirmó Jiménez, quien ya se recuperó. “Le juré a Dios que más nunca volvería a abandonar mi país si me salvaba”.
Los hospitales de los estados fronterizos, devastados por años, con equipos averiados y escasez crónica de medicamentos y suministros, están batallando para lidiar con la creciente demanda.
Venezuela ha reportado más de 10,000 casos de coronavirus y 96 muertes. Pero con una aplicación de pruebas muy limitada y un gobierno autoritario en control de los datos, la opinión generalizada es que ambas cifras no reflejan la realidad.
Personal del Hospital Universitario de Maracaibo declaró la semana pasada que sus instalaciones, designadas por el gobierno como el hospital principal de la ciudad para el coronavirus, estaba teniendo un promedio de 500 pacientes con síntomas, el doble comparado con un mes atrás. Las ocho camas de la UCI y los 10 respiradores estaban siendo utilizados, y existe una peligrosamente larga lista de espera de otros pacientes que las necesitan.
Una médico residente habló sobre la alarmante tasa de mortalidad. “El número de fallecidos está aumentando”, dijo. “Estamos teniendo días normales en los que perdemos hasta 10 pacientes”.
El personal afirmó que la mayoría de los fallecidos de Maracaibo aún no han sido incluidos en el conteo oficial porque las pruebas son enviadas a Caracas para su procesamiento y pueden tomar hasta un mes en retornar.
La médico residente, quien al igual que otros miembros del personal declararon bajo la condición del anonimato por miedo a una represalia del gobierno, dijo que las condiciones en el hospital eran tan precarias que muchos infectados están eligiendo renunciar a los cuidados. “No hay aire acondicionado, y tenemos que soportar un calor de 37 grados”, dijo. “Es sofocante”.
Tampoco hay agua corriente, por lo que los enfermeros y médicos se lavan las manos con baldes. El hospital es uno de los pocos en el estado Zulia que ha empezado a recibir cubrebocas recientemente, pero están reservados en su mayoría para los trabajadores sanitarios. La falta de equipos de protección personal para el personal de limpieza se ha traducido en pisos enteros que pasan días sin ser limpiados.
El Colegio de Médicos local afirma que 44 médicos y enfermeros en Zulia han sido afectados por el coronavirus. De acuerdo con la ONG Médicos Unidos por Venezuela, nueve han fallecido. Una docena sigue en cuidados intensivos.
El personal afirma que la administración progobierno del hospital los ha amenazado con cargos penales si no se siguen presentando a trabajar. Las enfermedades y muertes de médicos y enfermeros, dicen, ha empeorado la ya de por sí grave escasez de personal.
Una enfermera que dio positivo por coronavirus fue escoltada por soldados armados a un centro de cuarentena. “Ahora ya no hay prácticamente personal”, dijo.
Venezuela fue una de las primeras naciones en América del Sur en imponer una estricta cuarentena nacional. Esa estrategia, junto con el relativo aislamiento del país —incluso antes de la pandemia solo volaban al país un puñado de aerolíneas— al parecer mantuvo reducido el número de infecciones.
Sin embargo, los casos se han multiplicado por nueve desde finales de mayo, de acuerdo con el conteo oficial. El mayor incremento se ha dado en los estados fronterizos con Colombia y Brasil.
Los datos sugieren que 70% de las nuevas infecciones son de transmisión comunitaria. Sin embargo, los médicos afirman que la alta concentración de casos cerca de la frontera con Colombia señala un vínculo con los cruces fronterizos. El gobierno de Maduro está culpando abiertamente a los que regresan y a los contrabandistas y “trocheros” que los ayudan, quienes están evadiendo el cruce de manera legal y las pruebas de diagnóstico que se aplican allí.
“Cualquier persona que viole el sistema de inmigración y entre al país [de manera ilegal] será considerada un arma biológica”, afirmó Lisandro Cabello, un miembro destacado del partido de Maduro en Zulia. El 14 de julio, Maduro anunció una dirección de Gmail para que los venezolanos denuncien a los compatriotas que entren de manera ilegal al país.
Maduro ha acusado a los colombianos de tener procedimientos pocos estrictos y un débil control fronterizo. Los colombianos rechazan la acusación.
“Lo que es realmente triste es que más de cinco millones de venezolanos hayan abandonado el país y ahora estén buscando estigmatizar a los pocos miles que están intentando regresar a su propia tierra”, afirmó Felipe Muñoz, asesor superior del presidente colombiano, Iván Duque.
Algunos médicos que están aliados con la oposición venezolana afirman que los centros de cuarentena del gobierno, los cuales no tienen agua potable, electricidad, jabón o cubrebocas, están facilitando la propagación del coronavirus.
“Son los migrantes”, afirmó Julio Castro, el epidemiólogo que encabeza el equipo de la oposición que está monitoreando la crisis. “Estamos seguros de eso. Pero nuestra teoría es que se están enfermando en los campos de cuarentena, no que todos ellos de alguna manera estén entrando al país como portadores del coronavirus”.
Trabajadores humanitarios y médicos expresaron su preocupación por las condiciones en los centros de cuarentena, pero afirmaron que las autoridades están aplicando las pruebas de diagnóstico de forma rigurosa. También dijeron que algunos de los que regresan están sobornando a los soldados para evitar entrar en cuarentena.
“Las personas en la frontera pueden pagarle 20 dólares a los guardias para que los dejen pasar”, afirmó Martin Carballo, médico de enfermedades contagiosas en Caracas. “Ahora tenemos una transmisión comunitaria bien establecida”.
El gobierno de Maduro y la oposición venezolana firmaron un acuerdo el mes pasado para coordinar ayuda humanitaria a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El acuerdo utilizará fondos gubernamentales congelados por Estados Unidos y algunos gobiernos europeos para adquirir material de protección, medicinas y equipos médicos.
Jarbas Barbosa da Silva, subdirector de la OPS, afirmó que espera que este mes se logre concretar un acuerdo final, donde se le exijan medidas de transparencia al gobierno venezolano a cambio de los suministros. Será de gran ayuda.
La organización ya le ha suministrado a Venezuela varios cargamentos de equipos de protección personal.
“Pero, por supuesto, necesitan más”, dijo Barbosa. “Todavía estamos intentando obtener más. Es un problema que los trabajadores de la salud no estén protegidos. Otros trabajadores sanitarios tendrán miedo de ir a los hospitales. Es muy importante que el proceso se mueva más rápido”.
Faiola informó desde Miami.
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