Ashok Chandwaney, ingeniere de software de Facebook —quien es de género no binario y utiliza “elle” como pronombre (they/them, en inglés)—, ha visto con creciente malestar cómo la plataforma se ha convertido en un refugio para el odio. El 8 de septiembre llegó el momento de tomar una posición.
“No nos beneficiamos del odio”, afirmó la portavoz de Facebook, Liz Bourgeois. “Invertimos miles de millones de dólares cada año para mantener segura a nuestra comunidad y tenemos solidas asociaciones con expertos externos para revisar y actualizar nuestras políticas. Este verano lanzamos una política líder en la industria para perseguir a QAnon, expandimos nuestro programa de verificación de datos, y eliminamos millones de publicaciones vinculadas a organizaciones de odio, de las cuales detectamos 96% antes de que alguien nos las reportara”.
Esta decisión convirtió a Chandwaney en el más reciente empleade de Facebook en renunciar, en medio del creciente descontento dentro de una compañía que, hasta hace pocos años, era considerada una empleadora ideal: emocionante, con muchos fondos y, como decía frecuentemente el director ejecutivo Mark Zuckerberg, motivada por la aparente misión benevolente de conectar al mundo. La frustración de los trabajadores con las políticas de Facebook sobre el odio y el discurso racista se ha incrementado al mismo tiempo que las protestas contra la injusticia racial se han expandido por todo Estados Unidos. Miles de empleados le están exigiendo a Zuckerberg, quien controla la mayoría de las acciones con derecho a voto de Facebook, que cambie su postura.
Aunque Facebook no divulga la cantidad de ingenieros que emplea, son de los empleados más cotizados y con mejores salarios de la compañía, de acuerdo con personas relacionadas a Facebook.
Chandwaney, de 28 años, describió Facebook como un lugar de trabajo genial y solidario, pero afirmó que con el tiempo se dio cuenta de que la directiva de la compañía estaba más enfocada en las ganancias que en promover el bien social. La compañía ha hecho muy poco por combatir el auge del racismo, la desinformación y la incitación a la violencia en la plataforma, afirmó Chandwaney.
En específico, Chandwaney mencionó el papel de la compañía en fomentar el genocidio en Birmania y, más recientemente, la violencia en Kenosha, Wisconsin. Facebook no eliminó el evento de un grupo de milicia urbana que le pidió a las personas que llevaran armas a las protestas, previo a los tiroteos mortales del mes pasado, a pesar de cientos de quejas. Zuckerberg lo denominó un “error operativo”.
La carta, sobre la cual Chandwaney dio detalles durante una entrevista con The Washington Post, también mencionó la negativa de Facebook de eliminar una publicación de mayo del presidente estadounidense, Donald Trump, que dice “cuando comienzan los saqueos, comienzan los disparos” y calificó la respuesta de la compañía a los temas de derechos civiles como meras maniobras de relaciones públicas. Chandwaney esperaba que Facebook asumiera todas las recomendaciones de su auditoría de derechos civiles en julio, la cual concluyó que las medidas de política de la compañía “eran un tremendo retraso”, y afirmó que la compañía debía responder mejor a las demandas del boicot publicitario organizado bajo la etiqueta #StopHateForProfit (“Detén el odio con fines de lucro”).
“Ha habido tantos comentarios que en vez de ser relevantes han sido insignificancias de relaciones públicas”, dijo Chandwaney en la entrevista, en la cual también criticó la política de la compañía que le permite a los políticos hacer afirmaciones falsas en los anuncios de campaña sin temor a pasar por un proceso de verificación de datos. “Permitir mentiras en anuncios electorales es bastante dañino, especialmente en el momento político en el que vivimos”.
Facebook ha flexibilizado algunas de sus posturas en respuesta a las protestas de empleados y grupos de derechos civiles, añadiéndole etiquetas informativas a publicaciones engañosas de políticos y dirigiendo a los lectores a sitios web gubernamentales con información precisa sobre el proceso de votación y la pandemia del coronavirus. Sin embargo, Facebook no marca una postura clara sobre si el material es verdadero o falso. Los críticos opinan que las etiquetas son tan neutrales que son engañosas.
Chandwaney, cuya ascendencia es del sur de Asia y vive en Seattle, citó la labor del grupo de derechos civiles Color of Change, crítico frecuente de Facebook, en la carta de renuncia. “Me queda claro que a pesar de los mejores esfuerzos de muchos de les que trabajamos aquí y de defensores externos como Color of Change, Facebook está decidido a estar en el lado equivocado de la historia”, escribió.
El presidente de ese grupo, Rashad Robinson, quien dijo conocer a Chandwaney desde hace más de un año, afirmó que Chandwaney era una de las muchas personas de color dentro de la compañía que se habían quejado sobre su directiva en temas similares.
“Necesitamos que más empleados de Facebook se pronuncien. Necesitamos que más personas de Facebook presionen más fuerte. Acabo de darme cuenta de cómo todos estos momentos les han afectado y de cuánto no confían en Mark Zuckerberg", dijo Robinson.
A raíz de las protestas por el asesinato de George Floyd, miembros del grupo de apoyo para empleados negros de Facebook, Black@, se reunieron con Zuckerberg y la directora de operaciones Sheryl Sandberg para reclamar la inacción de la compañía con la publicación de Trump de mayo. Un empleado de raza negra ha presentado una demanda por prejuicio racial en las prácticas de contratación. La demanda surge de frustraciones más amplias, las cuales fueron señaladas en la auditoría de derechos civiles, de que las decisiones más importantes de la compañía con respecto al discurso de odio son tomadas por un grupo que no incluye a las personas que se verían más afectadas por este discurso.
El clima dentro de Facebook se empezó a deteriorar hace casi cuatro años, cuando se hizo evidente que la compañía había jugado un papel clave en el triunfo electoral de Trump en 2016, al amplificar noticias falsas y desinformación rusa mientras le permitía a su campaña generar mensajes específicos y dirigidos a los votantes indecisos. El descontento no ha hecho sino crecer desde entonces entre los más de 52,000 empleados de la compañía.
Para Chandwaney, cuyo trabajo como ingeniere de software en la compañía incluyó algunos periodos diseñando herramientas publicitarias y programas de formación interna, un momento crucial fue cuando Joel Kaplan, el militante republicano de mayor rango en Facebook y director de políticas públicas radicado en Washington D. C. , apareció en televisión como un defensor visible del candidato a la Corte Suprema Brett M. Kavanaugh durante su audiencia de confirmación del Senado en octubre de 2018.
Kaplan defendió su apoyo a Kavanaugh, a quien considera un amigo cercano, pero la afiliación molestó a muchos en Facebook, en un momento en el que el candidato estaba luchando contra acusaciones de agresión sexual y otras conductas inapropiadas durante su juventud. Kaplan ha sido un fuerte defensor dentro de la compañía de que la plataforma sea “políticamente neutral”, pero algunos exempleados han afirmado que en la práctica eso se ha traducido en favorecer al Partido Republicano y a Trump.
El ambiente dentro de la compañía ha empeorado en medio de una serie constante de revelaciones sobre el papel que Facebook y su aplicación filial para compartir fotos, Instagram, han desempeñado en la difusión de desinformación extranjera, el antisemitismo y el nacionalismo blanco, mientras que al mismo tiempo han permitido el crecimiento de la teoría de conspiración QAnon y de extremistas violentos como los “Boogaloo Bois”, antes de los ajustes recientes.
Cuando Zuckerberg se negó a eliminar la publicación de Trump de “cuando comienzan los saqueos, comienzan los disparos”, algunos empleados, que estaban trabajando desde casa, organizaron una huelga virtual. Otro puñado renunció, y miles más exigieron que la compañía cambiara sus políticas sobre el discurso de odio y el no someter a los políticos a la verificación de datos, de acuerdo con una encuesta de empleados obtenida por el Post. En la red interna de la compañía, llamada Workplace, los empleados compararon la dinámica de la compañía con el presidente con una “relación abusiva” de pareja.
“¿Cuál es el punto de establecer principios si vamos a estar moviendo la línea de meta cada vez que Trump recrudezca su comportamiento?”, preguntó el ingeniero informático Timothy Aveni en el foro interno en mayo. Posteriormente renunció.
El abordaje de la compañía hacia los derechos civiles también generó un boicot por parte de anunciantes importantes. Color of Change dijo no tener el número actual de compañías que siguen participando en el boicot, el cual fue convocado para julio, pero afirmó que algunos anunciantes importantes, como Verizon y Merck, siguen manteniendo en pausa sus pautas publicitarias.
Leer más: