Asesinados por la Policía en Colombia

Un análisis de la evidencia en video de cuatro casos de muertes de manifestantes revela hasta qué punto la policía parece haberse excedido en el uso adecuado de la fuerza.

Esta composición de imágenes muestra a cuatro hombres que murieron durante las protestas en curso en Colombia: Santiago Andrés Murillo Meneses, Brayan Fernando Niño Araque, Joan Nicolás García Guerrero y Marcelo Agredo Inchima.
Esta composición de imágenes muestra a cuatro hombres que murieron durante las protestas en curso en Colombia: Santiago Andrés Murillo Meneses, Brayan Fernando Niño Araque, Joan Nicolás García Guerrero y Marcelo Agredo Inchima. (Brian Monroe/The Washington Post)

Nota del editor: Los videos de este artículo tienen contenido gráfico.

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Joan Nicolás García Guerrero estaba de luto, en una vigilia en honor a los caídos en la peor racha de disturbios civiles ocurrida en Colombia en años.

Esa vigilia a la luz de las velas a la que asistía el artista y padre de 26 años en la ciudad de Cali se convirtió en un caos. Y al igual que gran parte de la violencia en Colombia, la escena fue capturada gracias a videos realizados por los ciudadanos.

García Guerrero, un manifestante comprometido, había expresado la voluntad de dar su vida por la causa. El 28 de abril, el día en que estallaron las manifestaciones, le escribió un mensaje de texto a su familia: “Madre, tenemos que tener una guerra civil, es triste, doloroso, pero cierto”.

Poco después de la medianoche del 3 de mayo, García Guerrero se acercó al cordón policial detrás de una nube acre de gas lacrimógeno. En un video obtenido y analizado por The Washington Post, se percibe un solo disparo realizado por lo que parecen ser las fuerzas de seguridad colombianas.

Casi de inmediato, se ve a García Guerrero desplomarse en el piso.

Han ocurrido protestas históricas en cientos de ciudades y pueblos de Colombia. Cerca de un millón de personas han salido a las calles el último mes. Decenas de muertes, incluidas las de un oficial de Policía y 14 civiles cuyos homicidios han sido vinculados por los investigadores de Human Rights Watch al uso excesivo de la fuerza policial, están poniendo a las fuerzas de seguridad militarizadas bajo un severo escrutinio.

Un análisis realizado por el Post de las imágenes de video relacionadas con cuatro de las muertes muestra cómo la Policía colombiana parece haber cruzado un límite mortal.

La avalancha de videos recalca el poder de las imágenes virales para lograr que las autoridades rindan cuentas. Las autoridades colombianas, bajo una creciente presión internacional, han detenido e imputado a agentes de la Policía en tres de los cuatro casos examinados por el Post.

Las autoridades han sido más activas en los casos en los que los videos han sido más claros y ampliamente compartidos. No se han realizado detenciones por la muerte de García Guerrero, ni en otros casos en los que murieron manifestantes o transeúntes.

Las muertes de García Guerrero, Marcelo Agredo Inchima, Santiago Andrés Murillo Meneses y Brayan Fernando Niño Araque fueron registradas en video. Algunas se han convertido en foco de tensión y han desatado la indignación contra la violencia policial en medio de las ya crecientes manifestaciones por una mayor igualdad económica. Tres de las muertes involucraron proyectiles de arma de fuego, un nivel de fuerza que la Policía colombiana solo puede implementar cuando se enfrenta a una “cuando se apele a la amenaza o a medios violentos; o para prevenir una emergencia o calamidad pública, para evitar mayores daños o perjuicios“.

Un análisis de los videos realizado por The Washington Post, que incluye algunos que no habían circulado públicamente antes, ilustra la magnitud con la que la Policía parece haberse excedido en el uso de la fuerza. Las autoridades del gobierno colombiano han responsabilizado por parte de la violencia a guerrilleros y criminales que, según ellos, han infiltrado las filas de los manifestantes.

“Creo que la combinación de los videos, la atención de los medios y la reacción de Washington ha sido explosiva para el gobierno”, dijo José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch. “El impacto en Estados Unidos del caso de George Floyd y el concepto del movimiento Black Lives Matter también son elementos que han creado las condiciones para que haya cero tolerancia con el abuso policial”.

La Policía colombiana dice que ha hecho un esfuerzo por garantizar el derecho a la “protesta pacífica” y al mismo tiempo contener la violencia y los daños materiales causados por algunos de los involucrados en las manifestaciones. Afirman que se han abierto 119 investigaciones policiales internas desde el inicio de las protestas, incluidas nueve relacionadas con homicidios.

“Para hacer uso de la fuerza, todos los policías de Colombia debemos observar 4 principios: necesidad, legalidad, proporcionalidad y racionalidad”, dijo la Policía a través de un comunicado en respuesta a preguntas realizadas por The Washington Post.

Añadieron: “Algo que debemos repenesar como sociedad es el uso de repertorios de violencia dentro de los escenarios legítimos de manifestación pública”.

28 de abril: Inicio de las protestas

Las protestas estallaron el 28 de abril en respuesta a una propuesta tributaria del gobierno del presidente Iván Duque. El impopular proyecto de ley tenía como objetivo cubrir los déficits fiscales tras un año en el que la pandemia de coronavirus golpeó la economía y agotó los recursos del gobierno. Los manifestantes, algunos de los cuales ya habían salido a protestar en 2019 contra la desigualdad y la corrupción, sintieron que la medida era desproporcionada. El proyecto de ley, alegaron, perjudicaría a la clase trabajadora colombiana ya afectada por el aumento de la pobreza y el desempleo, mientras que al mismo tiempo protegería en gran medida a los ricos partidarios de Duque.

El primer día de las protestas en el barrio Mariano Ramos de Cali, ciudad que se convertiría en el epicentro de las manifestaciones, un residente en un balcón comenzó a grabar a las fuerzas policiales que estaban apostadas al otro lado de la calle.

El lugar donde mataron a Marcelo Agredo Inchima en Cali, Colombia.
El lugar donde mataron a Marcelo Agredo Inchima en Cali, Colombia.
A Marcelo Agredo Inchima lo mataron en medio de las protestas en Colombia el 28 de abril.
A Marcelo Agredo Inchima lo mataron en medio de las protestas en Colombia el 28 de abril.

IZQUIERDA: El lugar donde mataron a Marcelo Agredo Inchima en Cali, Colombia. (The Washington Post/The Washington Post) DERECHA: A Marcelo Agredo Inchima lo mataron en medio de las protestas en Colombia el 28 de abril. (Cortesía de la familia Agredo)

En un video obtenido por The Washington Post, los oficiales —reconocibles por sus cascos amarillos— observan a los manifestantes marchar en una intersección a una cuadra de distancia. Dos oficiales se acercan a los manifestantes, uno blandiendo lo que parece ser un bastón policial, y se alejan. Aproximadamente a los 30 segundos en el video, mientras los oficiales llegan a sus motocicletas, un grupo de manifestantes se separa de la multitud y corre hacia los policías, arrojando piedras y proyectiles.

Un segundo video grabado momentos después muestra a Marcelo Agredo Inchima, de 17 años, vistiendo una gorra, jeans azules y una camiseta negra y roja, al frente de la multitud.

En el segundo 12 del video, Agredo y algunos otros corren hacia un oficial aislado que intenta alejarse en una motocicleta. Se puede ver a otros oficiales de pie más atrás. Un oficial en la intersección levanta lo que parece ser un arma y dispara hacia los manifestantes. Agredo se lanza hacia el oficial en la motocicleta y le da una patada en la espalda.

Agredo se da vuelta para correr. El policía en la motocicleta saca un arma de su cadera y le dispara múltiples veces al adolescente que huye. Un análisis del video realizado para el Post por Steven Beck, propietario de Beck Audio Forensics, reveló que los oficiales dispararon siete veces.

“Definitivamente usaron munición real, basado en el perfil de sonido y el momento de los disparos”, afirmó Brian Castner, analista de armas del equipo de crisis de Amnistía Internacional que examinó la grabación para The Washington Post.

Un video de vigilancia de una tienda ubicada en esa calle muestra el momento en que Agredo patea al oficial y huye. Se aleja corriendo durante tres segundos, aparentemente ileso. Su gorra sale volando y Agredo cae al suelo. Al sincronizar el video de la cámara de seguridad con el del testigo, pareciera que Agredo recibió el séptimo disparo en la cabeza.

Un video gráfico grabado momentos después del tiroteo muestra a Agredo inmóvil en el pavimento con la cabeza cubierta de sangre. Los transeúntes intentan conseguirle ayuda; no se ve a ningún policía. Se escuchan gritos y lamentos: “¡Lo mataron! (…) ¡Ya está muerto!”.

“Antes de que él le pegara la patada ya estaban pegando tiros", dijo Armando Agredo Inchima, hermano de Agredo. “Mi hermano sólo le pegó una patada. No justifica que ese policía le haya quitado la vida”.

En el comunicado enviado a The Washington Post, la Policía colombiana afirmó que ni su Escuadrón Móvil Antidisturbios, conocido como ESMAD, ni sus fuerzas regulares específicamente dedicadas al control de manifestaciones están autorizadas a portar armas de fuego.

Sin embargo, otras fuerzas policiales que se han presentado a las manifestaciones tienen permitido el uso de ese tipo de armas, y al menos algunos de sus miembros parecen haber disparado con armas de fuego. De los cuatro agentes detenidos, tres estuvieron involucrados en casos en los que las víctimas recibieron disparos. La Policía dijo que tres de los cuatro oficiales que están siendo investigados en relación con dos de las muertes provenían de una unidad que de manera oficial tenía permitida el porte de armas de fuego. Un cuarto policía bajo investigación pertenece al ESMAD. “En este caso en particular, aún no se ha establecido judicialmente el tipo de elemento que habría causado la muerte a la víctima”.

La Policía Nacional de Colombia responde directamente al Ministerio de Defensa, una estructura inusual que ya existía antes de la guerra de décadas que tuvo el país contra las guerrillas de izquierda. En los últimos años, la Policía ha sido acusada de hacer un uso excesivo de la fuerza durante sus operaciones en zonas rurales. Los activistas de derechos humanos los acusan de haber empleado tácticas desproporcionadas para controlar las protestas contra el gobierno de 2019 y en las manifestaciones que se realizaron el año pasado luego de que un taxista muriera a causa de heridas sufridas bajo custodia policial.

En el comunicado a The Washington Post, la Policía afirmó que había desplegado oficiales en el área del asesinato de Agredo en respuesta al “desorden público”.

“Las circunstancias alrededor de la muerte del joven Marcelo Agredo son materia de investigación por parte de la Fiscalía General de la Nación, quien le imputó a un patrullero de la institución el 13 de mayo, el delito de homicidio agravado”, dijeron.

1ro de mayo: Aumentan las tensiones

Después del 28 de abril, las protestas crecieron en las ciudades más grandes de Colombia y se extendieron a las localidades más pequeñas. Human Rights Watch afirma que el movimiento cobró impulso tras la muerte de Agredo en Cali y los primeros reportes de abuso policial.

Santiago Murillo, de 19 años, caminaba rumbo a su hogar desde la casa de su novia en la ciudad occidental de Ibagué, a unas cinco horas en automóvil desde Cali, la noche del 1ro de mayo. Esa noche, según su madre, el aspirante a artista iba a pie solo porque su teléfono celular se había quedado sin batería y no había podido llamar a su padre para pedirle que lo recogiera.

El camino que tomó Santiago Murillo para llegar a su casa y el lugar donde fue herido en Ibagué, Colombia.
El camino que tomó Santiago Murillo para llegar a su casa y el lugar donde fue herido en Ibagué, Colombia.
Santiago Andrés Murillo Meneses, de 19 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo.
Santiago Andrés Murillo Meneses, de 19 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo.

IZQUIERDA: El camino que tomó Santiago Murillo para llegar a su casa y el lugar donde fue herido en Ibagué, Colombia. (The Washington Post/The Washington Post) DERECHA: Santiago Andrés Murillo Meneses, de 19 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo. (Cortesía de Sandra Milena Meneses Mogollón)

Un video muestra que a dos cuadras de la casa de Murillo, un grupo de manifestantes arrojaban objetos no identificables hacia un lugar que no se ve en el encuadre. Se escuchan unas motocicletas acelerar y una gran multitud de manifestantes comienza a correr.

En el segundo 20 del video, la multitud parece dispersarse justo antes de que se realicen cuatro disparos. Según un análisis de Castner, se escuchan unos 10 disparos en un lapso de 15 segundos. El video no muestra quién origina los disparos.

Aproximadamente un minuto después, la calle se despeja y se ve pasar a un gran vehículo blindado con la palabra “Policía” en su costado. Se escucha la sirena de una ambulancia y aparecen policías en motocicletas, reconocibles por sus chaquetas amarillas.

Un segundo video, grabado más tarde, muestra a Murillo en el suelo. A los 11 segundos en el video, se puede escuchar una voz fuera de la toma que dice: “Lo mataron”. Se desarrolla entonces una escena caótica cuando algunas personas se reúnen alrededor de Murillo y tratan de conseguirle ayuda. Se ven policías en el área, pero los videos disponibles no los muestran buscando atención médica para Murillo.

“Estaba en mi sofá viendo televisión cuando me timbra el citófono y era mi hermana y mi sobrino”, dijo la madre de Murillo, Sandra Milena Meneses Mogollón. “Me dijeron: ‘urgente, urgente’, que Santiago estaba en la clínica. Ahí fue cuando yo salgo para la clínica y me dan la noticia”. Murillo murió esa noche. Las autoridades le dijeron a The Washington Post que la causa de su muerte había sido por proyectil de arma de fuego.

Una publicación en la página de Facebook de Murillo del 30 de abril, el día anterior a que le dispararan, indica que apoyaba el movimiento detrás de las protestas, pero que pensaba que las manifestaciones no debían ser violentas. Su madre lo describió como una persona hogareña, alguien que siempre estaba con su familia.

“Él siempre querÍa ayudar a las personas”, dijo. “Tenía muchos sueños”.

Un comunicado de prensa del 11 de mayo de la Fiscalía afirma que Murillo fue baleado por agentes de la Policía Nacional. En un comunicado a The Washington Post, la Policía Nacional dijo que dos oficiales habían sido detenidos en relación al caso.

Casi al mismo tiempo, a tres horas y media de allí, en Madrid, Colombia, las protestas se tornaron violentas. Los videos y testimonios de testigos obtenidos por Human Rights Watch indican que un grupo de manifestantes pacíficos bloquearon una carretera en una rotonda. Según la organización de derechos humanos, algunos manifestantes le arrojaron piedras a una estación de policía a unas cuadras de distancia y otros vandalizaron una estación de peaje a menos de 1.5 kilómetros de allí.

El lugar donde Brayan Fernando Niño Araque fue herido en Madrid, Colombia.
El lugar donde Brayan Fernando Niño Araque fue herido en Madrid, Colombia.
Brayan Fernando Niño Araque, de 24 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo.
Brayan Fernando Niño Araque, de 24 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo.

IZQUIERDA: El lugar donde Brayan Fernando Niño Araque fue herido en Madrid, Colombia. (The Washington Post/The Washington Post) DERECHA: Brayan Fernando Niño Araque, de 24 años, murió en medio de las protestas en Colombia, el 1ro de mayo. (Cortesía de una amiga de la familia)

Un video verificado por Human Rights Watch muestra a un vehículo blindado con la palabra “Policía” en un costado dirigirse hacia un grupo de manifestantes que huyen. En el segundo 13, la Policía dispara lo que parecen ser bombas lacrimógenas.

El manifestante Brayan Niño fue herido en el ojo derecho y luego murió. Según Human Rights Watch, Niño tenía 24 años, era padre y empleado de una tienda de muebles. La mañana del 1ro de mayo le dijo a su madre y hermana que iba a ir a la protesta para “luchar por mis derechos y alzar la voz”.

Un video explícito muestra a un grupo de personas cargando a Niño, con el cuerpo inerte y su ojo derecho ensangrentado. En un comunicado a The Washington Post, las autoridades dijeron que la causa de muerte había sido “por arma cortopunzante”.

Dos testigos le dijeron a Human Rights Watch que vieron un vehículo blindado llegar a la rotonda alrededor de las 21 horas y disparar cartuchos de gas lacrimógeno directamente a los manifestantes. Un testigo dijo que vio a Niño voltear mientras huía y ser golpeado por un cartucho de gas lacrimógeno disparado desde el vehículo blindado.

El ESMAD, la unidad especializada dentro de la Policía Nacional de Colombia desplegada para controlar disturbios, utiliza este tipo de vehículos blindados. Una autoridad gubernamental familiarizada con el caso le confirmó a Human Rights Watch que el ESMAD parece haber sido responsable de disparar la bomba lacrimógena que golpeó a Niño. Según analistas en Colombia, el ESMAD no está autorizado a utilizar fuerza letal.

Los fiscales están investigando; un oficial ha sido arrestado.

En una declaración a The Washington Post, la Policía colombiana afirmó que un bloqueo en las inmediaciones había violado “derechos fundamentales como la seguridad alimenaria y la libre locomoción de los habitantes de esta zona”.

“Ante esta situación, se generó la intervención del ESMAD que hizo uso gradual y proporcional de elementos no letales para el restablecimiento de la convivencia y la seguridad”, dijo la Policía.

3 de mayo: Un día letal en Cali

Según su madre, Joan Nicolás García Guerrero había asistido a todas las manifestaciones en Cali desde que comenzaron las protestas el 28 de abril. En mensajes de texto que compartió con The Washington Post, su hijo habló sobre sus temores por el país y el futuro de su hermana menor.

“Él protestaba porque quería un país en donde todos puedan vivir en paz”, dijo Laura Guerrero.

Mensajes de texto de Guerrero a su madre, el 28 de abril.
Mensajes de texto de Guerrero a su madre, el 28 de abril. (Cortesía de Laura Guerrero/Cortesía de Laura Guerrero)

Un video de la madrugada del 3 de mayo obtenido por The Washington Post muestra a un pequeño grupo de manifestantes reunidos en una carretera llena de escombros y postes de luz caídos tras una vigilia con velas realizada en honor a los fallecidos en las protestas de los días anteriores.

A los 20 segundos del video, en la esquina superior derecha del encuadre, se puede ver a un grupo de hombres, incluyendo a García Guerrero, caminar hacia una pared de gas lacrimógeno. Un par de segundos después, se escucha un disparo. García Guerrero cae al piso. Otros se lo llevan.

Beck examinó la grabación para The Washington Post.

“El sonido tiene todas las características de un disparo con un arma de fuego, incluyendo un sonido de detonación inicial fuerte y nítido seguido inmediatamente de reverberación”, dijo Beck. “El pico espectral primario es de alrededor de 800 Hz, lo que es consistente con un arma de fuego pequeña. También hay varios ecos fuertes después del sonido de la detonación, lo que indica la presencia de grandes objetos reflectantes. Todas estas son características comunes de registros de disparos con armas de fuego”.

Un video gráfico transmitido en directo por Instagram muestra a los manifestantes cargando el cuerpo inerte y ensangrentado de García Guerrero a una estación de servicio de esa calle. En el video no se ve a ningún policía tratando de ayudarlo.

Héctor Lenis, un amigo de García Guerrero que estuvo presente esa noche, dijo que García Guerrero no tenía puesto ningún equipo de protección. Lenis le dijo a The Washington Post que no vio el disparo pero escuchó el sonido de una bala real y a un hombre al lado de García Guerrero gritar: “¡Herido, no disparen!”.

La madre de Guerrero dijo que su hijo se había unido a los manifestantes esa noche para ayudar a los médicos a atender a los heridos, y que miembros del ESMAD atacaron a la multitud y lanzaron bombas lacrimógenas, lo que provocó que los manifestantes respondieran.

“Mi hijo se unió al frente de la manifestación”, dijo. “Ese día le ganó la frustración y la rabia. A él le gustaba mucho esta tierra y decía que no tenía que ser subyugado por nadie, y tomó la decisión de irse al frente y lo mataron. Lo mataron”.

El alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, confirmó la muerte de García Guerrero a los medios colombianos. “Nicolás Guerrero es hijo de mi primo”, le dijo a Blu Radio. “Es un muchacho de Floralia, es un muchacho bien. Salió en la madrugada y tuvo una herida por arma de fuego en la cabeza”.

En un comunicado a The Washington Post, la Policía colombiana dijo: “Hasta el momento lo que se conoce es que en el lugar donde ocurrió el homicidio, momentos antes se estaba registrando un saqueo a un establecimiento comercial de razón social 'D1′. En los videos disponibles sobre lo que ocurría en el lugar de los hechos, se aprecian incendios, encapuchados, disturbios y un escenario de agitación, en donde en efecto se aprecia el uso de armas menos letales".

A través de un comunicado a The Washington Post, las autoridades dijeron que la causa de la muerte había sido por proyectil de arma de fuego.

Horas después de la muerte, cientos de manifestantes regresaron al lugar. Se realizó otra vigilia a la luz de las velas, esta vez en honor a García Guerrero. También se tornó violenta. Según Human Rights Watch, otras cinco personas murieron en Cali esa noche. Su conexión con las protestas aún está siendo investigada.

En un comunicado conjunto emitido el lunes 17 de mayo, la Fiscalía General de la Nación y la Defensoría del Pueblo afirmaron que habían ocurrido 42 muertes desde el inicio de las manifestaciones, 15 de ellas directamente relacionadas con las protestas. Ambos entes afirmaron que 134 personas estaban desaparecidas.

Dalton Bennett, Ana Vanessa Herrero y Brian Monroe colaboraron en este reportaje.

Traducción: Gregory Escobar

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Sarah Cahlan is a video reporter for The Washington Post's Visual Forensics team. Before joining the Post she was an NAHJ fellow at NBC News.
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Elyse Samuels is a video reporter for The Washington Post's visual forensics team. She joined The Post's video team in 2016 where she worked in breaking news, verification and in collaboration with the The Fact Checker.