También han cocinado para los bomberos que intentan controlar los incendios forestales en el noroeste del país y para los desplazados por los huracanes en la costa del Golfo. Alimentaron a personas heridas en una gran explosión en el Líbano y a sobrevivientes de los devastadores incendios forestales en Australia. En la frontera entre Estados Unidos y México, cocinan para los refugiados que viven en tiendas de campaña.
En cada misión, los niños se han hecho presente para ayudar, dice Andrés. Siempre llegan con mucha determinación para servir, actúan hasta como adultos y dicen: “voy a ayudar a alimentar a mi comunidad”.
Cuando el huracán María azotó a Puerto Rico hace tres años, derribando árboles y destruyendo casas, entre los numerosos voluntarios estaba Lola, una niña de 10 años de edad. Aunque muy pequeña, trabajó incansablemente preparando sándwiches y sancocho puertorriqueño, un guiso de carne tradicional.
“Cuando nos mudamos a una operación más grande, ella no solo hacía sándwiches, estaba a cargo de un grupo de 40 voluntarios”, dice Andrés. Ayudaron a distribuir 100.000 comidas diarias en ciudades y áreas remotas de la isla.
Algunos de los niños voluntarios viven en las mismas comunidades afectadas. Otros viajan a ayudar junto a sus padres como lo han hecho las tres hijas del mismo chef. Aunque los niños no siempre pueden ir a las zonas de desastre para ayudar, y probablemente no deberían hacerlo, Andrés dice que sin duda hay niños en todo Estados Unidos ayudando a hacer de este un mundo mejor. Algunos recaudan dinero para organizaciones benéficas como World Central Kitchen o para sus escuelas, o ayudan a sus vecinos.
“Muchos niños están dispuestos a ayudar a los demás”, dice. “Es asombroso verlos tan activos”.
En la mayoría de las emergencias a las que World Central Kitchen acude, sus voluntarios cocinan platillos de la región. A Andrés también le gusta cocinar y compartir comida de España, su país de origen.
Lo que más disfruta es encender un fuego al aire libre para cocinar. Así prepara paella, el clásico arroz español, en una sartén gigante donde 200 libras de arroz, una vez cocidas, se convierten en 400 libras y alimentan a más de 400 personas.
Andrés creció en la región de Asturias, en el norte de España, y durante su niñez pasó muchos domingos ayudando a su padre a preparar paella. Algunos fines de semana cocinaban lo suficiente para 100 personas. A su padre le encantaba compartir la comida, dice.
“Él siempre decía ‘Solo se necesita un puñado extra de arroz, y eso es todo’”, recuerda Andrés. “Algunos de los grandes problemas tienen soluciones muy simples”.
Andrés, de 51 años, lleva consigo esa lección en sus misiones porque le recuerda que siempre hay suficiente comida para ayudar a los necesitados.
Llegó a Estados Unidos a los 21 años a trabajar en un restaurante de la ciudad de Nueva York. Dos años más tarde abrió Jaleo, su primer restaurante en Washington, D.C. Ha competido en programas de cocina y se ha convertido en un chef famoso, autor y propietario de más de 30 restaurantes. Fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 2019 por su entrega a ayudar a los damnificados.
Su pasión por la comida comenzó cuando era niño. Apenas había aprendido a caminar cuando su madre le permitió ayudar a mezclar huevos, leche y harina para panqueques. A los 7 años ya estaba haciendo bizcocho.
“Recuerdo ir temprano en la mañana a recoger el pan”, dice. Su madre le daba una lista de las compras del día y él caminaba, o iba en bicicleta, a la panadería y a un puesto de frutas todas las mañanas. “Era casi un ritual diario”.
Todavía cocina algunos de los platos que aprendió a cocinar en su adolescencia, como el arroz a la cubana, una de sus comidas favoritas cuando era niño. Es arroz esponjoso, bañado con salsa de tomate, huevos fritos y plátanos maduros.
“Lo sirvo en algunos de mis restaurantes porque trae muchos recuerdos de mi infancia”, dice Andrés.
Su misión es ayudar a construir un mundo donde ningún niño pase hambre y donde siempre haya un plato de comida caliente y una mano amiga en tiempos difíciles.
“No hay razón por la que en esta pandemia haya niños esperando en fila para conseguir comida para sus familias”, dice Andrés. “Todos los niños en Estados Unidos deberían tener un plato de comida todos los días”.
Este año, 18 millones de niños, o 1 de cada 4 niños, no saben dónde obtendrán su próximo plato de comida, según la organización sin fines de lucro Feeding America.
Andrés se siente motivado por saber que hay muchos pequeños voluntarios listos para ayudar a terminar con esa estadística.
“Hay muchas cosas buenas en los niños”, dice. “Necesitamos escucharlos más”.
Glosario
Chef — chef
Voluntarios — volunteers
Alimentar — feed
Catástrofe — catastrophe
Cocinar — cook
Misión — mission
Ayuda/ayudar — help
Niños — kids
Comida — food
Fuego — fire
Arroz — rice
Lección — lesson
Restaurantes — restaurants
Panadería — bakery
Platos — dishes
Hambre — hungry
Cómo ayudar
Los niños son bienvenidos a participar en algunas de las misiones de World Central Kitchen pero deben estar siempre acompañados por un adulto. Para participar puedes registrarte en wck.org.
Hay muchas otras formas en las que puedes ayudar a tu comunidad: donando comida a un banco de alimentos, participando en limpiezas comunitarias, recaudando fondos para causas humanitarias, ayudando a un amigo más pequeño con su tarea. Con la ayuda de tus padres también puedes asistir a personas mayores con sus compras o proveyéndoles alimentos. Puedes también escribir cartas de motivación y agradecimiento a un soldado, a una persona enferma o a trabajadores de la salud que cuidan a enfermos por la pandemia.
Celebrando la herencia hispana
Este mes, Estados Unidos celebra la cultura hispana y las contribuciones de los hispanos.
El Mes de la Herencia Hispana, que se celebra del 15 de septiembre al 15 de octubre, es un buen momento para aprender sobre pioneros hispanos como el chef José Andrés.
¿Sabías, por ejemplo, que el astronauta José Hernández era agricultor antes de convertirse en astronauta? ¿O que Ellen Ochoa fue la primera latina en ir al espacio cuando fue parte de una misión a bordo del transbordador Discovery en 1993?
Naibe Reynoso, periodista y autora, escribió recientemente sobre ellos en dos libros que destacan a algunos latinos y latinas que han hecho historia. Su objetivo es que los niños aprendan y se inspiren al leer sus historias.
En sus libros “¡Sé audaz, sé valiente!” y “Pioneros audaces” también aprenderás sobre el científico Albert Báez, quien inventó un microscopio, y sobre la activista de derechos civiles Dolores Huerta, quien luchó por obtener mejores salarios para los trabajadores agrícolas y quien recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil de la nación.
“Son héroes y modelos a seguir”, dice Reynoso, quien es mexicoamericana. También son inventores, artistas, actores y deportistas de fama mundial.
Sus historias se cuentan en español e inglés y están escritas en versos, por lo que es divertido leerlas.
Con casi 60 millones de hispanos que viven en los Estados Unidos, la influencia de su música, comida, baile y arte es notable por todas partes.
“Somos casi el 20 por ciento de la población de los Estados Unidos”, dice Reynoso, “por lo que todos deberían aprender más sobre quiénes somos y todos nuestros logros’’.